El Añadío es un sueño. Un sueño alumbrado en solitario por su dueña, Maria Jesús, que lo dejó todo y lo dió todo para salvar la ganadería de toros bravos que heredó de sus ancestros en una finca de una belleza inconmensurable.
Y es que desde el aire, Jaén, como buena parte de sus vecinas, es un continuum infinito de puntos, que son encinas. Vilches ya presagia Despeñaperros, y traiciona al tópico del olivar presidiendo el pasillo que se hace verde sólido de este a oeste, entre el Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas y Sierra Morena.
Estamos pues en ese Jaén fresco de media altura, en una finca que entre las encinas salpica andares de impactantes toros bravos distribuidos en cinco cercados que rodean a este alojamiento con encanto. En realidad, para decir dónde estamos alojados nos tocará dar señas de GPS y no una dirección postal, y es que llegamos al El Añadío por un hermoso y sinuoso camino de siete kilómetros de encinas y toros, y abubillas y abejarucos y cogujadas y cernícalos.
La gran casa, de mediados del XIX, fue antaño la casa de los mayorales de la finca, de ahí su fabulosa situación, en lo alto de un promontorio y como epicentro de los cinco cercados entre los que se distribuyen las reses y hoy nos da la bienvenida con una piscina aneja desde la que somos más conscientes del entorno que nos rodea.
¿No será ésta una zona realmente protegida?
Nosotros, al fresco de la casa, protegidos del calor, al abrigo del invierno defendidos por la inmensa chimenea, a resguardo sentados a la mesa, una mesa fiel a la tierra ya desde el momento del desayuno, cuando Ramona nos sirve un pan que sabe a Gloria, untado de aceites vírgenes. Desayunos, comidas y cenas en la más absoluta tranquilidad que solo se verá turbada cuando un enorme toro bravo se acerque a comer al pesebre situado junto a la ventana del salón.
Pero ante semejante espectáculo ¿quién se resiste a levantarse de la mesa? ¿quién se resisitirá al paseo que Maria Jesús nos ofrece para conocer de cerca la vida del toro bravo en su hábitat? ¿Estará en Vilches nuestra Gloria particular? Sí. ¡Sin duda, sí!